A medida que tu startup crece y empieza a tratar más datos personales, ya sea de clientes, empleados o usuarios, también aumenta la necesidad de tener una estrategia de privacidad sólida. Y con eso llega una de las decisiones más comunes:

¿Necesitamos un Delegado de Protección de Datos (DPO)? Y si es así, ¿mejor contratarlo internamente o externalizar el rol?

La respuesta depende de varios factores: tus obligaciones legales, el tipo de datos que manejas, el nivel de riesgo y, por supuesto, tus recursos.

¿Estás obligado legalmente a tener un DPO?

El RGPD exige nombrar un DPO en tres casos claros:

  • Cuando el tratamiento lo realiza una autoridad o entidad pública
  • Cuando se hace un seguimiento sistemático de personas a gran escala
  • Cuando se tratan categorías especiales de datos (salud, biométricos, etc.)

Aun así, muchas startups nombran voluntariamente a un DPO para estar mejor preparadas ante auditorías, ofrecer garantías a sus clientes y cumplir con certificaciones como ISO 27001 o NIS2.

¿Qué funciones tiene un DPO?

El DPO supervisa la estrategia de privacidad y garantiza que la empresa cumpla con el RGPD. Entre sus funciones están:

  • Asesorar sobre evaluaciones de impacto (EIPD)
  • Ser el punto de contacto con la AEPD
  • Revisar políticas de privacidad y procedimientos internos
  • Supervisar actividades de tratamiento
  • Apoyar en auditorías o incidentes de seguridad

No es un rol operativo únicamente, es estratégico y debe tener autonomía e independencia real.

¿Cuándo tiene sentido contratar a un DPO interno?

Tener un DPO en plantilla puede tener sentido si:

  • Tu startup maneja datos complejos o de alto riesgo
  • Operas en un sector muy regulado (fintech, salud, legal, etc.)
  • Tu volumen de tratamiento justifica una dedicación exclusiva

Un DPO interno puede integrarse en el día a día y colaborar de forma directa con los equipos de producto, legal o seguridad.

Pero atención: encontrar a alguien con conocimientos jurídicos, técnicos y además con independencia operativa es difícil… y caro.

“El RGPD exige independencia. Y eso es difícil si el DPO depende del mismo equipo que debe supervisar.”

¿Por qué externalizar el rol puede ser mejor?

Para muchas startups, un DPO externo es la opción más lógica y eficiente.

Te permite contar con experiencia especializada, desde el primer día, sin asumir el coste de una contratación interna. Además, garantiza la independencia que exige el RGPD y te aporta perspectiva externa, al trabajar con múltiples empresas y sectores.

También es mucho más ágil: en vez de buscar, entrevistar y formar a alguien, puedes tener cobertura inmediata con un partner que ya conoce el entorno legal y técnico.

¿Y en cuanto a costes?

Contratar a un DPO interno en España puede costar entre 45.000 y 75.000 € anuales. Y eso sin contar formación, herramientas o soporte legal adicional.

Un DPO externo suele funcionar por tarifa mensual fija, adaptada al riesgo real de tu empresa. Más asequible. Más flexible. Y escalable.

¿Cuándo tiene sentido cambiar de externo a interno?

Algunas startups terminan contratando un DPO interno cuando:

  • Están en plena expansión internacional
  • Gestionan operaciones complejas (como fusiones o adquisiciones)
  • O están bajo presión constante por parte de inversores o clientes

Incluso en esos casos, muchas mantienen un modelo híbrido, conservando al asesor externo para auditorías, revisiones o apoyo estratégico.

En conclusión

No hay una única respuesta correcta. Pero si tu startup trata datos personales y no tiene aún un enfoque profesionalizado de la privacidad, externalizar el rol de DPO es una forma eficaz y segura de empezar.

En PrivaLex, actuamos como DPO externo para startups y empresas en crecimiento en toda España y la UE. Si necesitas una estrategia clara, respuestas rápidas y un enfoque adaptado a tu etapa, estamos aquí para ayudarte.